HELENA - Primero y siempre, la música.
El recuerdo más perdurable del festival anual de blues del fin de semana será el de estar sentado hipnotizado en medio de una suave brisa refrescante en el dique del río Mississippi a última hora de la noche del jueves. Los hermanos Cate de Fayetteville, Ernie y Earl, y sus compañeros de banda, ofrecieron sin fisuras un guiso musical de blues y soul melifluo, rock suave y quizá una pizca de country, la quintaesencia de Arkansas.
"¿Esto es blues?", preguntó una mujer, no con tono crítico, sino con sincera curiosidad. Le dije que era blues y que prácticamente toda la música americana de nuestras vidas era blues, que es un poco el objetivo de este festival.
Parecía estar reflexionando sobre ello cuando, a unos metros de distancia, la música y la bebida inspiraron a un hombre a levantarse y cortar una amplia franja de baile improvisado, una casi gracia, en realidad, interrumpida sólo por su caída hacia atrás con fuerza a centímetros de otros asistentes al festival.
Salió ileso, o al menos inconsciente.
Pero había otros sonidos que no eran estrictamente musicales: políticos, medioambientales, educativos y económicos.
En la fiesta VIP, a la que me aventuré por conocer a alguien que conocía a alguien que conocía a alguien, había un hombre corpulento y extrañamente atractivo de pelo plateado que, según me dijeron, podría ser el próximo gobernador de Mississippi.
Se trataba de Bill Luckett, abogado litigante y de negocios de gran éxito de Clarksdale, el legendario "cruce de caminos" del blues del Delta, justo al final de la carretera sobre el río.
Ahora Luckett es quizá más conocido como socio del actor Morgan Freeman en ese restaurante de lujo, Madidi, y el club de blues contiguo, Ground Zero, en un edificio histórico restaurado de Clarksdale.
Luckett es un demócrata progresista y conciliador racial que cree que podría ser el hombre que lidere Mississippi después de que Haley Barbour vea limitado su mandato a finales de 2011. Algunas personas de Arkansas se han hecho amigas de Luckett a través de conocidos de su restaurante y dentro de unas semanas organizarán en Little Rock una recaudación de fondos para su comité de acción política.
Tim Richardson, director de asuntos gubernamentales de American Land Conservancy, me acorraló para hablarme de la compra por parte de ALC de Buck Island, una isla salvaje del río Misisipi a una milla del puerto de Helena. La idea es conseguir que uno o varios organismos públicos se hagan cargo de su gestión para preservarla y darle un uso recreativo primitivo.
Richardson afirmó que la zona ribereña del río Misisipi es un ecosistema natural tan rico como los Everglades, pero que éstos reciben mucho más dinero. Según Richardson, esta riqueza natural en una cultura en vías de ecologización es un impulso potencial para la inversión y el turismo en el Delta.
Por cierto, Richardson dijo que hay más osos que personas a lo largo del río desde Helena hacia el sur hasta Arkansas City.
El Dr. Steven Murray, rector del Phillips County Community College del sistema de la Universidad de Arkansas, me habló de la típica estudiante de su centro. Tiene 27 años, hijos, trabaja en Wal-Mart y quiere superarse para ser enfermera, profesora o funcionaria de banca.
Eso requerirá, dice, que ella pueda obtener una educación de cuatro años mientras permanece allí, en Helena. Podría lograrlo gracias a la tecnología moderna y, tal vez, a profesores de empresariales y educación.
Le dije a Murray que las columnas más desacertadas y arrogantes que he escrito nunca -lo cual ya es mucho decir- fueron las de hace unos años sobre cómo deberíamos cerrar muchos de esos colegios comunitarios que proliferan.
No estuvo en desacuerdo con mi autocrítica y recordó que una vez me referí a su escuela como algo menos que una rama del Sistema de la UA, y más como una ramita.
Murray se preguntaba si alguna vez pensaba admitir mi error en una columna. Así que ahora lo he hecho.
Por último, la escuela KIPP de Cherry Street, que he ensalzado en cada oportunidad desde que Mike Beebe me llevó allí hace siete años, cuando era fiscal general, va viento en popa. La clase inaugural de alumnos de quinto curso de la escuela concertada, a los que conocí en la escolta de Beebe, se graduó la pasada primavera. Todos los graduados están en la universidad.
Recuerdo que en aquella visita de hace años me pregunté si el nombre de la escuela, Delta College Preparatory School, era pretencioso o hueco.
No era ni lo uno ni lo otro. Era simplemente descriptivo.
¿Pueden aprender los niños pobres de Delta? Claro que pueden. ¿Por qué alguien se habría preguntado lo contrario?
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John Brummett es columnista del Arkansas News Bureau de Little Rock. Su dirección de correo electrónico es jbrummett@arkansasnews.com; su número de teléfono es (501) 374-0699.